La situación de la pandemia vivida a raíz del COVID-19, y todo lo que se ha derivado de ésta, nos ha puesto en jaque. El confinamiento (aislamiento social), las restricciones, el estrés, la incertidumbre, el miedo a la enfermedad, el impacto en la economía, y un sinfín de pérdidas como quizá la pérdida del empleo, de contacto con nuestras familias y amigos, la pérdida de hábitos de salud y de nuestras libertades o, en el peor de los casos, la pérdida de un ser querido, nos han llevado a vivir una situación de duelo permanente con un alto impacto sobre nuestra salud mental y emocional.
Por todo ello hemos experimentado, y seguimos haciéndolo, síntomas emocionales y físicos vinculados al duelo como son el shock emocional, el malestar psicológico, la ansiedad, el miedo, la confusión, la negación, la depresión y/o la tristeza.
Solemos dar mucha importancia a la salud física y ahora más que nunca en tiempos de COVID-19. Sin embargo, más allá de ésta se encuentra la salud mental y emocional y debemos ser conscientes de que no es posible la primera sin la segunda tal y como la OMS lo refleja en su definición de salud (bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.)
Por este motivo es que, dentro de las empresas, debemos empezar a pensar (si no lo hemos hecho aún) en el bienestar emocional.
El bienestar emocional en las empresas
Poner el foco en el bienestar de las personas que forman parte de nuestra organización se convierte en parte esencial de la estrategia empresarial y deberá ser el reto a trabajar en el corto plazo si se quiere garantizar la sostenibilidad de las empresas, ya que esta sostenibilidad dependerá, en gran parte, de lo saludables que sean sus plantillas a nivel emocional.
Nace pues la necesidad de poner en marcha programas integrales de cuidado de la salud. Y como dijo Lord William Thomson Kelvin «Lo que no se define no se puede medir. Lo que no se mide, no se puede mejorar. Lo que no se mejora, se degrada siempre”, si queremos trabajar el bienestar emocional de nuestros empleados, primero deberemos medirlo.
Disponer de una buena herramienta de medición facilitará el diagnóstico del nivel de bienestar emocional de nuestros empleados y aportará resultados fiables en base a los marcar objetivos y tomar decisiones sobre los planes de acción a diseñar y poner en marcha.
Es el momento de conocer el nivel de bienestar de nuestros empleados para ofrecerles propuestas de salud que contribuyan a mejorar su calidad de vida.
Toda crisis abre nuevas oportunidades. Aprovechemos pues esta oportunidad para poner en relieve la importancia de la salud mental y el bienestar emocional.
Contribuir a la mejora de la calidad de vida de los empleados es algo que todas las empresas socialmente responsables deben tener como objetivo dentro de su estrategia empresarial.
Helena Mora
Licenciada en Psicología por la Universidad de Barcelona
Master en PRL – Especializada en Bienestar Emocional
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